domingo, 1 de mayo de 2011

Capitulo 21: el comienzo de la noche

Efraín y Sergio caminan cogidos de la mano. Parece que llevan juntos desde siempre.
Llegan a la puerta de Sergio. Ninguno sabe bien que hacer.

-gracias Efraín, me lo he pasado muy bien hoy
-yo también, pero quizás estoy yendo uno poco rápido
-no se si estaremos precipitándonos, pero no me arrepiento de nada
-ni yo joder

Sergio sonríe. Por fin la suerte parece estar de su lado. Pero se siente extraño. Se acerca a Efraín y le da un tímido beso en los labios. Efraín le abraza y alarga el beso. Un beso perfecto. Dulce en todos los aspectos. Sergio no se acostumbra a la sensación de estar con el, a pesar de haber estado besándose toda la tarde como locos.
Después de unos minutos se separan.

-¿entonces nos volveremos a ver?
-por mi me tiraba toda la noche contigo Sergio. Pero vayamos despacio
-esta bien. Toma mi teléfono. Cuando te apetezca verme llámame

Sergio se va y entra en su portal. Sonriendo. Sonriendo sin parar. Se siente mas lleno que nunca.

Tamara se acerca a Iván y se arrodilla. Este la mira y sonríe. Pero no con la sonrisa de siempre. Se nota que es una sonrisa falsa. Una sonrisa para que no se preocupe.

-¿Qué te pasa Iván?
-nada. Solo estoy un poco triste. Pero se me pasa pronto
-Dímelo. Puedes confiar en mí
-ya tienes bastantes problemas como para preocuparte por mi
-tu siempre me ayudas. ¿Por qué no iba yo a hacer lo mismo por ti?

De los ojos de Iván sale una lágrima. Tamara le coge las manos.

-no es que me haya pasado nada. Solo que todos los meses en este día me siento mal. Hoy hace dos años y medio desde que mi madre murió. Esta tarde he estado en el cementerio.
-lo siento ¿puedo hacer algo para que te sientas mejor?
-de verdad que no me apetece hacer nada
-¿sabes? Vamos a irnos de aquí, vamos a olvidar tus problemas y los míos. Ya basta de sentirse mal
-tienes razón. Además el mayor problema aquí lo tienes tú, ¿ya te has hecho el test?
-todavía no he sido capaz
-corre, vistete. Te voy a llevar a un sitio para que te despejes. Y cuando volvamos vas a hacerte ese test. Y pase lo que pase, salga el resultado que salga. Sabes que voy a estar contigo.

Ambos se visten y salen al jardín. Se ponen los cascos e Iván arranca la moto. Tamara vuelve a agarrarse a el. Se agarra con mucha fuerza. Como si pudiera escaparse. Como si se soltara el se fuese a ir para siempre. Como si pudiera desaparecer.
No tiene ni idea de donde van. Pero se siente bien. ¿Cómo no se va a sentir así estando con Iván? Es increíble que exista alguien como el. Tiene que tener algún defecto. Pero no se lo ve. Cuando le toca. Cuando le sonríe. Simplemente cuando le roza su corazón se acelera. Iván le saca de sus pensamientos cuando para la moto.

-¿otra vez a la playa? La próxima vez me traigo bikini aunque sea invierno
-no vamos a estar en la playa precisamente tonta. Sígueme.

Ambos empiezan a andar. Hace una noche muy fría. Pero no corre ni pizca de viento. La luna esta gigante y las estrellas brillan sin parar.
Se acercan a una especie de cabaña de madera e Iván saca algo de ella. Es una barca.

-¿y eso?
-es de mi padre, también tenemos un barco a motor
-¿hay algo que tu no tengas?

Iván piensa la respuesta “a ti”, lo primero que se le ha ocurrido no habría sido lo más adecuado para decir. Mira a Tamara que sigue esperando que conteste. Esta hermosa. Parece tan frágil. Como si pudiera romperse si la tocas.

-si, pero hay algo que nunca podré tener. Un dinosaurio

Ambos ríen. A Tamara le encantan los simpsons. Pero más le gusta la sonrisa de Iván.

-¿y estas seguro de que tu sabes manejar ese cacharro? ¿Me puedo fiar de ti?
-eso no te lo voy a decir. Pero no te queda más remedio que hacerlo. Aunque empezaras a correr o gritaras con todas tus fuerzas nadie te escucharía. Puedo sacar la mascara de scream y hacerte picadillo. O coger la motosierra estilo matanza de texas y perseguirte por toda la playa, o hablarte desde una pantalla a lo saw. Aunque también puedo no hacer nada de eso y pasar una noche bastante tranquila.
-prefiero dejar la emoción para otro día

Ambos sonríen de nuevo. Aunque no ocurra nada de eso Tamara esta inquieta, emocionada. Le tiemblan las piernas. Iván es la única persona que puede hacer que se ponga nerviosa. Pero a la vez también es el único que la tranquiliza.
Llegan a la orilla e Iván amarra la cuerda de la barca a un pequeño tronco.
Ayuda a Tamara a subirse y suelta la cuerda. A continuación se sube detrás el y empieza a remar.
Se quedan en silencio durante un rato. Tamara se siente bien. No le hace falta hablar para rellenar el silencio. Es un silencio agradable. Con ver la cara de su hermanastro le vale.

-¿y si lo estoy? ¿Y si estoy embarazada que voy a hacer?
-no pienses ahora en tus problemas. Hemos venido aquí para relajarnos. Cuéntame algo que te guste hacer.
-estar contigo

Iván sonríe como siempre. Se toca el pelo y sigue remando. Tamara se queda ensimismada.

-eso no vale. Algo que siempre haces. Algo tan insignificante que nunca le das importancia, pero aun así te hace sentir bien.
-nose. Me gusta estar metida en la cama en invierno. Me gusta la sensación de ir entrando en calor poco a poco. De sentirme protegida dentro de ella.

Iván vuelve a reírse. Parece estar feliz de verdad por primera vez en toda la noche. Saca de su bolsillo algo y lo pone en la mano de Tamara.

-cierra el puño muy fuerte. No lo habrás todavía. ¿Sabes algo que me encanta a mí? La lluvia. La sensación del agua recorriendo tu cara. Besar a alguien debajo de la lluvia tiene que ser realmente hermoso.

Ahora es Tamara quien sonríe. Abre al fin su mano. En ella hay una foto.

-¿y esto?
-soy yo con 4 años. Para cuando te sientas mal. Para cuando pienses que a nadie le importas. Estés donde estés. Veas mi foto y te acuerdes de mí. Y sepas que hay alguien que se preocupa por ti.
-zaida tiene que estar encantada contigo
-zaida y yo no somos nada

Tamara vuelve a sonreír. Por un momento se ha quitado un peso de encima. Y no tiene porque. Ella tiene novio. Tiene que saber de una vez que es lo que quiere.

-¿y como alguien como tu no puede tener novia?
-no me apetece. La última vez ya me la jugaron bastante

Tamara se sorprende. ¿Quién en su sano juicio dejaría escapar a Iván? ¿Quién no querría estar con el?

-¿Qué paso?
-algo muy típico, se enrollo con mi mejor amigo
-vaya
-pero ya no es solo eso. La cosa no funcionaba. Ella solo me quería por las apariencias. Solo me quería para presumir delante de sus amigas. Para estar debajo de las sabanas ya tenía al otro.
-joder

Iván se pone serio. No debió ser una buena experiencia. Ella nunca se ha sentido así. ¿Cómo seria el otro chico? Debía de ser increíble para que dejara escapar a Iván…
Ni eso es una justificación.

-¿tan difícil es encontrar a alguien normal?
-todas las personas son normales. Solo que cada persona es diferente.
-¿sabes Tamara? Carlos tiene mucha suerte. Si no se da cuenta de lo que tiene es gilipollas. Eres increíble.
-a Carlos solo le importa una cosa
-tienes que hacerte valorar. Tiene que quererte de mal humor. Fea o guapa. En tus peores y mejores momentos. Tiene que quererte si estas borracha. Si engordas o si tienes un mal día. Si ante todo eso sigue perdiendo el culo por ti, esa es la persona que merece la pena.
-¿sabes lo que yo quiero? Una casita en la playa

Iván sonríe. Tamara se acuesta y apoya su cabeza en las piernas de el. Este le hace cosquillas en los brazos.
Tamara mira la luna. Después mira a Iván. El le dice con su mirada lo que nadie ha sido capaz de decirle con palabras.

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